Velada en la Roca de Guía.


 

Quizás nunca me hubiese aventurado a leer El nombre del viento (2007), de Patrick Rothfuss, por cuanto no suelen atraerme los libros de fantasía. Sin embargo, un compañero me prestó esta voluminosa novela, que forma parte de la saga «Crónica del asesino de reyes», y he de decir que la experiencia lectora no estuvo mal.

 

A lo largo de sus casi novecientas páginas, conoceremos a Kvothe, quien narra una parte de su agitada vida a Cronista, un escribano interesado en desentrañar y narrar lo que de verdad hay tras el mito del «Sin Sangre». Es así como nos sumergiremos en una historia mágica y musical que atrapa de forma lenta, pero intensa, al lector.

 

Enseguida me vi leyendo con avidez la historia de superación de Kvothe, un hombre que tuvo que afrontar un suceso traumático durante su infancia y al que no le quedó más remedio que aprovechar su ingenio para poder sobrevivir, cual pícaro, en un mundo hostil. Uno de los momentos que más disfruté del libro fue la etapa universitaria de Kvothe, sobre todo gracias a la minuciosa descripción que el autor hace tanto de la Universidad y la inmensa biblioteca del Arcano, como de las asignaturas y sus peculiares profesores. También me pareció interesante el tema de los vínculos simpáticos y el universo religioso creado por Rothfuss, en el cual podemos encontrar numerosas reminiscencias bíblicas.

 

Pero si hay algo que me gustó de esta historia es la enorme presencia que la música tiene en ella, pues Kvothe es un laudista hábil y talentoso que, con su música, hace vibrar los corazones de quienes lo escuchan:

 

 

La música llega al corazón por pequeña o acérrima que sea la mente de quien la escucha (p. 144).

 

 

Me dediqué a la música durante varios años y leer la relación que Kvothe mantiene con este arte me hizo rememorar antiguas experiencias: las numerosas horas de ensayo y perfeccionamiento; los nervios previos a una actuación; las sensaciones que embargan al músico mientras actúa, que a veces le generan una visión distorsionada de lo que el público está percibiendo; la indescriptible comunión que se siente en el escenario cuando se interpreta música con otros instrumentistas; el amor y cuidados que el artista proporciona al propio instrumento musical, y la consideración de la música como un bello refugio.

 

En definitiva, El nombre del viento es un libro extenso pero de lectura ágil que narra una historia llena de momentos dramáticos y violentos, pero también de instantes llenos de ternura y diversión. Si te gusta la fantasía, probablemente disfrutes del universo creado por Rothfuss. 

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