Tras las ciclópeas paredes de la abadía.

La abadía de Northanger...💙

 

Muchos afirman que Jane Austen es una autora de edulcoradas novelitas rosas, una sentencia que escuché no pocas veces y que lamento profundamente por cuanto considero que no se ajusta a la realidad. Juicios como el anterior fueron los que provocaron, en gran medida, la inmensa sorpresa que me llevé al descubrir novelas como Lady Susan, Persuasión o La abadía de Northanger, libro este último al que dedicaré la presente entrada. Puedo aseguraros que enseguida me maravilló la pluma clara, elegante y crítica de Austen, así como sus tramas bien urdidas, su genial humor sarcástico y sus bien modelados personajes.

Jane Austen escribió La abadía de Northanger en 1798, pero se publicó de forma póstuma en 1817. En esta novela, el lector acompañará a su protagonista, Catherine Morland, en el no siempre fácil tránsito de la ingenua juventud a la madurez, lo cual tiene lugar tras la dolorosa experiencia del desengaño. Catherine abandona el protector hogar familiar de la mano de unos amigos de sus padres, los Allen, quienes la llevan a Bath durante una larga temporada para que se integre en sociedad. Allí conocerá amistades y sentirá el intenso latido del amor por vez primera, pero también experimentará lamentables desencuentros y profundas decepciones. Y es que un corazón puro y bondadoso como el de Catherine no conoce, ni puede entender en un primer momento, el imperante mundo de las apariencias y la hipocresía: un mundo en el que la sinceridad y la candidez son poco menos que un lastre; donde actos totalmente bienintencionados e ingenuos pueden considerase como el fruto de la más premeditada picardía, y donde las sombras del dinero y de los matrimonios de conveniencia oscurecen cualquier atisbo de sincero amor y amistad.

 

¡Cuán angustiosa tensión sentimos mi compañera de lectura conjunta y yo al leer las desafortunadas desavenencias de las que Catherine era presa! ¡Cada vez que patanes y fanfarrones como Thorpe tomaban decisiones por ella! ¡Cada vez que era utilizada impunemente por falsas amistades! Jane Austen es una maestra perfilando y coloreando personajes, de modo que te hace sentir en carne propia los sentimientos y pensamientos de los mismos. Y no sólo eso, sino que también dosifica los ingredientes argumentales y maneja el ritmo narrativo a la perfección, sumiendo al lector en una intriga constante. No pude evitar sentir una gran simpatía por la inicial amistad literaria que surge entre Catherine Morland e Isabella Thorpe, la cual sirve a Jane Austen como pretexto para hacer una defensa de la novela en tanto que en ella «se manifiestan las más nobles facultades del espíritu, […] el más profundo conocimiento de la naturaleza humana, la más acertada descripción de sus variedades, las más animadas muestras de ingenio y de humor con el lenguaje más escogido». 

 

 

Catherine e Isabella. 🌿

 

Así, la ficción literaria es una potente herramienta para hacer al lector más compatible con la realidad, siempre y cuando, claro está, no termine por confundir lo ficticio con lo real, lo cual ocurre con harta frecuencia en la actualidad (véase la férrea censura por la que están atravesando ciertos autores clásicos como Roald Dahl o Agatha Christie…). Catherine, una voraz lectora de novelas góticas, pertenece al grupo de quienes confunden ficción con realidad, lo que la lleva a no pocas desilusiones y erróneas confusiones. Henry Tilney, conociendo la predilección de su amiga por las historias de Ann Radcliffe, estimula intencionadamente su imaginación en el capítulo XX, el cual podría considerarse como una historia dentro de la historia. Esto conduce a nuestra ingenua protagonista a vivir una misteriosa aventura tras las ciclópeas paredes de la abadía, con lo que queda claro que a la literatura hay que llegar sabido… ¡y vivido!  

Por otra parte, la narradora defiende que la escritura no es cuestión de sexo, sino de talento, pues «en cualquier facultad que se base en el gusto, la genialidad se halla bastante bien repartida entre los dos sexos», y que no existen géneros literarios masculinos o femeninos, ya que los hombres «leen tantas [novelas] como las mujeres».

 

En definitiva, La abadía de Northanger es una novela pulcramente escrita y de intrigante trama en la que Jane Austen parodia las novelas góticas que tanto ama su protagonista. Un libro que pone de relieve los beneficios de la literatura y que nos habla, entre otras cosas, sobre la necesidad de ser flexible y de no dejarse guiar por las conjeturas de los demás.

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