Firmin, la rata bibliófila.


 

Firmin. Aventuras de una alimaña urbana (2006) de Sam Savage es un libro en el que se narra, literalmente, la historia de una «rata de biblioteca». Firmin nació y creció en el sótano de la librería Pembroke, por lo que los libros pronto se convirtieron en una auténtica necesidad para este roedor. Y es que las letras y páginas en ellos contenidas calmaron, en un primer momento, su hambre fisiológica; después, su hambre emocional e intelectual. De tanto leer, Firmin acaba por pensar y sentir como un ser humano.

 

Esta rata considera que los libros son una especie de ventanas que le permiten asomarse a mundos que no son los suyos. ¿Cuál es el problema? Que no podemos aceptar acríticamente todo aquello que se refiere en los libros, pues muchos se nos muestran bajo una engañosa apariencia de cientificidad o, simplemente, están desactualizados. Por otro lado, la literatura se construye con elementos de la realidad, pero no es la realidad. Como muy sabiamente se indica en Don Quijote de La Mancha, «es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño». Así, cuando Firmin asoma su pequeña cabecita por la ventana del mundo real, se lleva una tremenda decepción, comenzando por Norman, el dueño de la librería.

 

El librero, lejos de ser el hombre bondadoso, solidario y perfecto que Firmin imaginaba de acuerdo a sus lecturas, resulta ser un tipo bastante malhumorado que intenta acabar, por todos los medios posibles, con su secreto y roedor admirador. Tampoco es de extrañar el agrio carácter de Norman cuando en poco tiempo, y por decisión del ayuntamiento, van a destruir la plaza Scollay y, con ella, su librería. A fin de cuentas, esta historia nos muestra cómo proceden ciertos miembros de la clase política respecto a las masas populares, a quienes tratan como una suerte de ratas con las que juegan a su antojo y a las que pueden aplastar en cualquier momento. A este respecto, Jerry Magoon, un escritor bohemio que adopta a Firmin, publica un libro en el que invierte la balanza y son las ratas las que, tras años de matanzas y escarnios, acaban por reinar sobre el planeta Tierra –es decir, encontramos una historia dentro de la historia e íntimamente conectada con ella–. 

 

Esta novela también trata temas como la soledad, las inseguridades que asolan a los hombres y la sensación de no encajar en ningún sitio, además de ofrecer una interesante reflexión acerca de la memoria, que es siempre episódica e individual y, por consiguiente, no puede ser histórica: «esto último fue seguramente un error, porque cuanto más jugaba con los recuerdos más iban pareciéndose unos a otros, y cada vez me resultaba más difícil distinguir entre lo que de veras recordaba y lo que me había inventado» (pág. 200). 

 

Aunque este libro me resultó algo redundante y pesado desde, aproximadamente, la mitad, Firmin puede que os guste si buscáis una historia sobre el amor a la lectura y en la que se reflexione, a su vez, sobre la condición humana y el valor que otorga la experiencia. Y todo ello desde los ojos de un protagonista muy peculiar: una rata humanizada y bibliófila.        

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